Temas Sobresalientes
NO VOLVERÉ A SER JOVEN.- J. Gil de Biedma
MI PATRIA.- Jonathan Soriano Llorens
BRINDIS EN NOCHEVIEJA.- Guillermo Aguirre
VILLANCICO DE LA FALTA DE FE.-L. Rosales
EL CAMELLO COJITO.- Gloria Fuertes
EL AGUA QUE ESTA EN LA ALBERCA.- P. Salinas
CUANDO TENGAS FRIO.- Joaquín Sabina
ROMANCE DEL ACABOSE.- J. A. Ochaita
HAN CAIDO YA LAS HOJAS.- Jonathan Soriano
ROMANCEDE LOS OJOS VERDES.- R. de León
LA VACA,- Federico García Lorca
RIMA LIX.- Gustavo Adolfo Bécquer
VIAJERO HACIA EL FINAL.- Fco. Alvarez Hidalgo
LA COPLA ANDALUZA..- Manuel Machado
CANCION DE CUNA A UN PRESO.- José Hierro
ULTIMO AMOR.- Vicente Alexandre
EL CUERPO Y EL ALMA,- Vicente Alexandre
ME SABEN A NUEVO.- Jonathan Soriano Llorens
A LA VIRGEN MARÍA.- Dámaso Alonso
HOJAS SECAS.- M. Gutiérrez Nájera
ERA UN JARDIN SONRIENTE.- S. y J. Alvarez Quintero
LOS MOTIVOS DEL LOBO.- Rubén Darío
NOCTURNO III .- José Asunción Silva
ODA A LA VIRGEN MARIA.- Fray Luis de Leon
EL PERRO COJO .- Manuel Benítez Carrasco
CIUDAD SIN SUEÑO .- Federico García Lorca
PARACUELLOS DEL JARAMA .- Fco. Álvarez Hidalgo
HISPANIDAD .- Fco. Álvarez Hidalgo
A SOLAS.- I. Enrique Arciniegas
LA LÁGRIMA INFINITA .- Hilarión Cabrizas
COMPRENDER.- Francisco Lorca Cano
NOVIA DE LA TIERRA.- Salvador Rueda
Rafael de León
ROMANCE DE LA VOZ EN LA SANGRE
ROMANCE DE AQUEL HIJO QUE QUISIMOS TENER
Federico García Lorca
PRENDIMIENTO DE ANTOÑITO EL CAMBORIO
MUERTE DE ANTOÑITO EL CAMBORIO
FEDERICO GARCIA LORCA.- Luis Riuz Azcoita
Manuel Benítez Carrasco
Fotografia del poeta
Manuel Benítez Carrasco nació en Granada el 1 de Diciembre de 1922 en pleno corazón del barrio del Albaycín.
Pasó los pimeros años entre la colegiata albaicinera donde su tío Manuel Benítez Martínez era el coadjutor, la ermita de San Miguel Alto donde su padre ejercía de carpintero y las escuelas del Ave maría, donde, como él mismo decía, aprendió las primeras letras. Así, dada la ubicación de su cuna no es de extrañar que el poeta haya traducido desde sus primeros escritos la belleza de Granada que sus ojos contemplaban desde los altos del cerro del Aceituno y por los requiebros de las callejuelas de su Albaycín natal.
Benítez Carrasco inició su carrera literaria colaborando en la revista poética «Colección Vientos del Sur». Muy joven, en 1943, obtuvo su primer premio de relevancia, el Premio Nacional de Teatro de Escuadra con la obra «Luz de Amanecer», comenzando desde ese momento una trayectoria literaria jalonada de galardones.
En 1947 marcha a Madrid, ciudad donde comenzó a ganarse la vida como poeta, recitando sus poesías en teatros y clubes en los años 50. Según explicó Delgado-Calvo, la peculiaridad de Benítez Carrasco reside en que » no fue un poeta al uso de los que conocemos hoy, que publican sus libros y les llaman para dar conferencias», sino un «poeta de cartel» que se ganaba su vida recitando su poesía en teatros y clubes de lujo. «Lo que nadie puede discutirle a Benítez Carrasco es que salía al escenario a recitar sus poesías y triunfaba. Llenaba los escenarios, los abarrotaba»
Sin embargo en Madrid no terminaba de encontrar su hueco y se marcha a América, donde le llega el éxito. Desde 1955 su figura es inseparable de Hispanoamérica; viaja a Cuba y en la isla caribeña permanece durante todo un año. A partir de ese momento la figura de Manuel Benítez Carrasco es totalmente inseparable de México, donde pasa gran parte de su vida.
A partir de los años 70, Benítez Carrasco empezó a alternar su residencia en México con estancias en Granada, donde murió en 1999.
En 1998 fue nombrado hijo predilecto de la ciudad de Granada, año en que también se le dedicó una importante avenida en el barrio de la Oliva, en Sevilla.
Recordando al poeta
Pregon taurino 1987 en Sevilla (audio)
Testimonio
Su obra
ROMANCE DE LA VOZ Y EL CANTE TRISTES
CUATRO ELEGÍAS SOBRE UN MISMO TEMA
RECUERDO A MI PADRE EN SU TALLER
SOLEÁ DEL AGUA QUE NO QUIERO BEBER
EL PERRO, EL NIÑO Y EL MILAGRO
LA MUERTE PEQUEÑA DE ANDALUCÍA
Poemas en audio
http://Poema en audio: Zapateado, de Manuel Benítez Carrasco, recitado por el autor acompañado al piano por Agustín Lara
http://Poema en audio: Cachitos de España, de Manuel Benítez Carrasco, recitado por el autor acompañado al piano por Agustín Lara
http://Poema en audio: Granada, de Manuel Benítez Carrasco, recitado por el autor acompañado al piano por Agustín Lara
http://Poema en audio: Bolero, de Manuel Benítez Carrasco, recitado por el autor acompañado al piano por Agustín Lara
http://Poema en audio: Silverio, de Manuel Benítez Carrasco, recitado por el autor acompañado al piano por Agustín Lara
Francisco Alvarez Hidalgo
Antonio Pardal Rivas
Rafael Delgado Calvo-Flores
Romance de Francisco Javier Mellado Cortés
Francisco Lorca Cano
SONETO
Otros autores
EL SEMINARISTA DE LOS OJOS NEGROS.- José A. Carrión
CANCIÓN MARINA .- Jaime Fontana (Honduras)
PANDERETA .- Pedro Mata (1811- 1877)
ENTRE LOS GERANIOS .- José Mª Pemán
ROMANCE DEL MAR Y EL MARINERO .- Jonathan Soriano Llorens
A MARGARITA DEBAYLE .- Rubén Darío
BALADA DEL MAL AMOR .- J. Ángel Buesa
POEMA DEL AMOR AJENO .- J. Ángel Buesa
POEMA DEL ÉXTASIS .- J. Ángel Buesa
CARTA PARA USTED .- J. Ángel Buesa
PEQUEÑA CANCION.- José Angel Buesa
CANTO A LA MUJER CORDOBESA .- El Pastor Poeta
LA SIESTA .- Hnos. Álvarez Quintero
A UN OLMO SECO .- Antonio Machado
PÍNTAME ANGELITOS NEGROS .- Andrés Eloy Blanco
LA VACA BLANCA .- Andrés Eloy Blanco
CLAVELES ROJOS .- Manuel «Machuca»
SIRVE MAS VINO .- Ruben C. Navarro
VERDADES AMARGAS .- Ramón Ortega
CORRIENDO VAN POR LA VEGA .- José Zorrilla
CERRARON SUS OJOS .- Adolfo Becquer
SI PUDIERA .- Joaquín Pérez de la Blanca
CELOS .- Pedro Mata (1811-1877)
PRONTO SERÁN TRES .- Fernando Lastra
LA RENUNCIA .- Andrés Eloy Blanco
EL BRINDIS DEL BOHEMIO .- Guillermo Aguirre
LA CENA JOCOSA.- Baltasar de Alcázar
2 Comments
¿ME DA USTED CANDELA?
Arturo Perez Reverte
(El Semanal.-16-10-2005)
Soy de emociones secas. Quiero decir que se me saltan las lágrimas pocas veces. Los perros y poco más. Pero, con permiso de ustedes, acabo de soltar unas lagrimitas. Discretas, ojo. Tampoco es cosa de amariconarse a estas alturas. La culpa la tiene el libro Rapsodia española, de Antonio Burgos. Antología de la poesía popular, dice el subtítulo. Llegó a casa el otro día. Vaya por delante que la poesía no me pone mucho. La popular me interesa cuando linda con el tango, el corrido, el bolero o la copla. La fina, menos. Ahí, con perdón de algún compadre poeta que tengo –no siempre elige uno a sus amistades–, me sacan de Quevedo, Machado y Miguel Hernández, y tengo la misma sensibilidad que un bistec muy hecho. Pero bueno. Hojeo cada libro que me llega, faltaría más. Eso hice con éste. Y de pronto, leo: Deprisa, que no llegamos / Quiero la mantilla blanca. Glup. Eso me suena, pienso. Maldita sea. Vaya si me suena. O aquello de más adelante: Por la arena de la playa / va con un hombre la Lirio. Atiza. Más glup, glup. Trago saliva con dificultad, y me arrellano en el sillón pasando páginas, mientras fantasmas de hace cuarenta y tantos años empiezan a instalarse a mi alrededor, a darse con el codo y a mirar el libro por encima de mi hombro: ¡A chufla lo toma la gente! / ¡A mí me da pena / y me causa un respeto imponente!
Y es que el libro es eso, claro: una antología popular. Un recorrido por los versos que varias generaciones de españoles, en otros tiempos de familia y mesa de camilla, cuando aún no existía la maldita tele, aprendimos de memoria en boca de nuestros padres o abuelos. Poesía a menudo impura, narrativa –alguna tiene hoy hasta barruntos raperos–, hecha para recitarse en voz alta, como esos versos que a veces oí recitar a mi padre mientras se afeitaba: ¿Rencores? ¿por qué rencores? / No le va a mi señorío / guardarle rencor a un río / que fue regando mis flores. Historias conmovedoras, auténticas novelas contadas, sin darles importancia, en treinta o cuarenta versos que pocas veces se conocieron impresos, pues eran aprendidos de memoria y repetidos generación tras generación cuando buena parte de la enseñanza aún se basaba en saber y recordar cosas, y no en tomaduras de pelo diseñadas por cantamañanas del liberalismo educativo, ideólogos de la vaciedad y ministros imbéciles. Hablo de versos inolvidables que eran repetidos por los mayores y que los niños recitábamos en bautizos, comuniones y otras fiestas familiares; poesía popular que fue felicidad y cultura de esas masas que ciertos poetas remilgados y críticos soplacirios tanto desprecian. Como aquel extraordinario Me lo contaron ayé / las lenguas de doble filo / que te casaste hase un mé / y me quedé tan tranquilo.
Por eso solté el trapo, snif, mientras pasaba las páginas de la antología. De pronto, entre esta y aquella línea, me sentí de nuevo en una casa antigua, de pasillo largo, muebles oscuros y lamparilla bajo la urna de una virgen, sentado frente a mi abuela en el mirador, oyéndola recitar entre el chasquido de los bolillos, con su voz tranquila, educada, y la sonrisa melancólica de la jovencita que en otro tiempo había sido, El Tren expreso de Campoamor –a quien, por cierto, echo de menos en esta antología– o esos otros versos de León y Quintero que entonces yo, languideciente con los primeros amores junto a la verja de algún colegio de niñas, me aplicaba sin vacilar a mí mismo: ¿No te parece a ti extraño? / ¿No es una cosa muy rara / que un chaval de doce años / lleve tan triste la cara?
Y claro. Por muchas conchas que cuaje la vida, nadie puede evitar que leyendo eso le suba el nudo de la garganta a los ojos. O que te llegue al lagrimal cuando pasas más páginas y lees: He sembrao er mundo entero / de pares de banderillas / para ponerle en enero / los reyes a mi chiquilla. Casi nada: el ¿Me da usted candela? completo: una de las poesías que más me conmovieron en mis tiempos de pardillo con pantalón corto, asomado a una vida aún por vivir. Una de esas historias oídas a tus mayores que, sin que apenas se note mientras ocurre, marcan para toda la vida: Y da la casualidá / que, desde que ella ha nasío / cuando tiene que firmá / firma con mis apellíos. Quienes oyeron alguna vez esos versos magníficos saben a qué me refiero: Y er duende con voz muy baja / se acerca y le dise ar tá / encárgate la mortaja / si vuervo a verla llorá.
MEMORIA HISTORICA DE RAFAEL DE LEON
Artículo periodístico escrito por Antonio Burgos
ESCRIBIÓ, y usted se sabe esos versos hasta con música, que en Sevilla hay una casa y en la casa, una ventana. Lo que no escribió Rafael de León y Arias de Saavedra, conde de Gómara y marqués del Valle de la Reina, autor de «Ojos verdes», de «Tatuaje» y de todos los fustes, columnas, arquitrabes, tímpanos y metopas del Partenón de la canción, es que en Sevilla hay una calle que se llamó de antiguo de los Pergamineros, y luego San Pedro Mártir, y que en esa calle hay una acera, la de los pares. Y que en esa acera, con 34 años de diferencia, nacieron los dos mayores poetas populares del siglo XX español: en 1874, en la parte más cercana al Museo, nació Manuel Machado; en 1908, el 6 de febrero, en la parte más cercana a La Magdalena, Rafael de León.
Juan Ramón Jiménez murió entre los flamboyanes en flor de Puerto Rico con el deseo de que Sevilla fuera nombrada Capital Universal de la Poesía. El destino escribió, en la antigua calle Pergamineros precisamente, el mejor diploma. No sé si Sevilla será Capital Universal de la Poesía. Pero esa acera de la calle San Pedro Mártir, entre el Museo de «Triniá», donde a diario iba Juan Miguel a copiar las maravillas de Murillo y Rafael, y la iglesia de la Magdalena, como se llamaba la cañí muy juncal de la que Jesús el platero fue amante rendido, sí es, desde luego, el Nacimiento del Río de la Mejor Poesía Popular Española. Como Asia a un lado y al otro Europa en la canción de Esponjead, Manuel Machado a un lado y Rafael de León al otro vinieron allí a este aire sevillano «vestido de hermosura y luz no usada» en los poemas que escribieron.
Inadvertido pasó el centenario de Manuel Machado, aunque Jorge Luis Borges se preguntara, como algunos nos seguimos preguntando, si Manuel Machado tuvo un hermano. Mucho me temo que con los tiempos que corren, más inadvertido pase el de Rafael de León en esta España donde paradójicamente tantos se han quedado interesadamente con la copla, y con el manso de la copla, con los dineros que rentan sus canciones… Mucho me temo que igual que padecimos el hartazgo del Año Lorca nunca lleguemos a gozar el Año Rafael de León, autor de esos miles de canciones que endulzaron la vida de una España amarga y que aún siguen llevando belleza al MP3, como antes a la radio de cretona. Y autor de una importante obra poética luego musicada en gran parte, donde sus sonetos del amor oscuro a los muchachos en flor los echo yo a pelear con los de García Lorca, que a ver quién gana.
Rafael de León fue en vida despreciado por los poetas oficiales de su tiempo. Aunque pasó la guerra cautivo en Barcelona, entre una cheka y una prisión, por el terrible delito de ser liberal, monárquico e hijo de marqués, fue perdedor entre los vencedores de la cultura oficial del franquismo. Los poetas imperiales de Escorial y Garcilaso lo despreciaban. Y su propia clase social lo repudiaba, por su libre opción sexual. Aun siendo el mayor de su casa y heredero de los títulos nobiliarios, nunca fue admitido como maestrante en Sevilla. Rafael de León ganó mucho dinero con sus canciones musicadas por Quiroga o Solano, pero sufrió muchos desprecios, vejaciones y amarguras en vida. Me los confesó en 1980, cuando me confió el honor de preparar su primera biografía y la primera antología de sus poemas y canciones, la única que vio en vida. Se murió, por ejemplo, con la pena de que, a pesar de los deseos del alcalde andalucista Luis Uruñuela, aquella Sevilla cuyo nombre nunca se le cayó de los labios nunca lo nombrara Hijo Predilecto. Los socialistas y comunistas, que formaban el primer tripartir municipal con el PA, se negaron en rotundo. ¿A un marqués monárquico coplero y además mariquita -dijeron entonces- vamos a hacerlo Hijo Predilecto? ¿Dónde está -se preguntaron- el compromiso social de su poesía?
Pues estaba, hijos míos, en la grandeza de sus coplas, que vuestras madres os cantaban y vuestras hijas siguen cantando. La España a la que Rafael de León le ponía los nombres de Andalucía y de Sevilla le debe en el centenario que se acerca la conmemoración de un gran homenaje popular y culto, a sus poemas y a sus canciones, a su figura. ¿No estamos con la Memoria Histórica? ¿Que más memoria queréis que las coplas con las que Rafael de León fue escribiendo, a la lima y al limón, las penas y alegrías de nuestra propia Historia?
ANTONIO BURGOS
Martha Lucia Gomez – 28/08/2008 14:01:45
He estado en su página muy buena, es usted un buen rapsoda, digame… Solo hace poesia andaluza? le invito a conocer la mía, tambien tengo poesía recitada, pero de diferentes declamadores, desde una vueltecita y me deja su opinión
http://www.desdelalma.net allí a mano izquierda encontrara el menu de los autores por alfabeto
espero su visita. Soy colombiana y amo la poesía
Las letras de las canciones de Rafael de León marcaron toda una época, un estilo, una cultura. Lo hizo sin grandes pretensiones. Escribía sobre pasiones, amores desdeñosos o desencantados, crímenes por celos o por venganza. Las suyas fueron las canciones de la España de los años cuarenta y cincuenta, era sevillano que fue criado en el Puerto de Santa María, compañero de colegio de Rafael Alberti, estuvo muy relacionado con Granada y con Federico García Lorca. En un instituto del Sacromonte hizo su curso preparatorio para estudiar Derecho en la Universidad. Pronto surgió su amistad con el poeta granadino, quien influiría enormemente en su obray de quien muchas veces se dijo que sufría de «garcíalorquismo» por su forma de escribir poemas. Hijo de una familia aristocrática, los condes de Gómara, Rafael de León y Arias de Saavedra nunca tuvo una marcada opción política, pero sí una vida de holganza, salas de fiestas y noches en blanco.En Sevilla era frecuente su presencia en los cafés cantantes y en los teatros de variedades, donde comenzó a despertarse su interés por la poesía y el mundo de las canciones. De la mano de Antonio García Padilla, ‘Kola’ -padre de Carmen Sevilla-, Rafael de León comenzó a hacer sus primeros pinitos como autor de letras de canciones. Entre algunos de los temas de aquella época se encontraba La deseada.
Con la llegada de la II República, Rafael de León, que vivía de las rentas de sus padres y carecía de un oficio conocido, decidió embarcarse en la aventura de dedicarse exclusivamente a la poesía y la escritura de letras de canciones. Comenzó a tener relaciones profesiones con letristas como Xandro Valerio (de ahí surgieron coplas como Tatuaje y La parrala) y Ochaíta y, posteriormente, con Salvador Valverde, con quien co-firmaría alguna de sus grandes canciones. Comienza el esplendor de De León con canciones que pronto se harían inolvidables, como Ojos verdes, Triniá y María de la O.Durante el periodo en que realizaba el servicio militar, Rafael de León conoció a la cantante Conchita Piquer, con quien mantuvo una estrecha relación que, posteriormente, la llevaría a ella a interpretar muchos de los temas salidos de la pluma de Rafael de León. Pero no sería hasta 1932 cuando el letrista da un salto espectacular en su carrera: el compositor sevillano Manuel Quintero, que entonces trabajaba con el dramaturgo teatral Antonio Quintero, convence a De León para que se instale en Madrid y trabaje con ellos. El letrista accede y pronto se crea el trío Quintero, León y Quiroga, que firmaría casi 5.000 canciones.El estallido de la Guerra Civil sorprendió a Rafael de León en Barcelona, en donde fue encarcelado por su linaje aristocrático. Para defenderse, el letrista invocaba su amistad con Federico García Lorca y Antonio Machado, lo que le salvaría de dos condenas a muerte. Finalmente, tras la caída de la ciudad en manos franquistas, es puesto en libertad.Es en la post-guerra cuando el éxito de Quintero, León y Quiroga alcanza unos límites insospechados. El régimen franquista necesitaba una música propia, basada en el folclore de las diferentes regiones españolas o procedente de Latinoamérica debido a la lengua. Las canciones del trío -Quiroga era el autor de la música mientras que Quintero y De León co-escribían las letras- comienzan a sonar en la radio de forma ininterrumpida y todos los cantantes de éxito, desde Concha Piquer a Raquel Meyer, se disputan grabar los discos con sus canciones.
También es el momento en el que el trío se embarca en películas musicales (ya había tenido un enorme éxito De León en 1936 cuando María de la O se llevó a la gran pantalla) amparadas por el franquismo. Se trata de filmes ideológicamente muy marcados que retratan una España de baile y pandereta, con personales muy raciales y forzado acento andaluz. Las coplas sirven para reforzar la imagen de una España rural, pobre, apasionada. Canciones como Mi marío, en los que una mujer se niega a ver las continuas infidelidades de su esposo porque ese debe ser el papel de la mujer, que lo aguarda sumisa en la puerta de casa cuando regresa de sus borracheras y sus amantes, retrataban perfectamente la mentalidad del régimen franquista. Rafael de León había captado el ambiente del periodo histórico que le había tocado vivir y se limitó a reflejarlo.Las suyas eran historias de amores imposibles, de salvajes crímenes pasionales por amor, de nostalgias inquebrantables. La irrupción del bolero y otros géneros procedentes de Latinoamérica también influyó bastante en el pesimismo amoroso del letrista sevillano y su forma de escribir.Durante los años cuarenta y cincuenta, el trío Quintero, León y Quiroga fue el auténtico amo de la producción musical española. Sus canciones estaban en todas partes y todo el mundo las tarareaba. El letrista había sabido absorber el estilo del Romancero gitano de Federico García Lorca, que mezclaba imágenes abstractas e incluso surrealistas con la más pura tradición oral, y darle una nueva vuelta de tuerca en su propia producción literaria.Llegados los años sesenta y con el aperturismo del franquismo, la música anglosajona barrió literalmente de las emisoras a la copla tradicional y Quintero, León y Quiroga fueron engullidos por los nuevos tiempos. No obstante, el letrista siguió firmando canciones como Te quiero, te quiero, de Nino Bravo o coplas para Rocío Jurado.Rafael de León murió en Madrid en diciembre de 1982 en el más completo olvido. Hoy, sin embargo, despojadas sus canciones de la caspa del régimen franquista a las que estaban irremediablemente asociadas como la banda sonora de esa época, muchos nuevos artistas comienzan a reivindicarlas y a volverlas a interpretar. Otros les buscan connotaciones ocultas, como es el caso de Ojos verdes o La zarzamora. El caso es que las canciones están ahí, la gente las recuerda y muchos las aprecian.
Buenas Noches, veo que tienes como anónimo el poema «Romance del mar y el marinero». El autor es Jonathan Soriano Llorens. Es decir, yo. Lo digo sin acritud, simplemente por añadir información. 🙂
http://lalagunaestigia.blogspot.com.es/2008/10/romance-del-mar-y-el-marinero.html
Muy buena página, de verdad. Un saludo.
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